4ª ETAPA VALDESALOR – CASAR DE CACERES

     A la salida de Valdesalor dejamos por la derecha la carretera nacional por una ancha senda que discurre entre vegetación verde y arbustos típicos de monte bajo, sin perder el norte y en continuo ascenso vamos sorteando diversos arroyos que no presentan dificultad alguna, ya que vienen muy mermados de agua, aunque suficiente para mantener viva y exuberante toda la vegetación, poco a poco se va estrechando de forma que nos obliga a avanzar en fila de uno, encontramos un firme descarnado en sus continuas pendientes por la erosión del agua de lluvia y que han dejado el camino cubierto de piedras sueltas.

    A la vez que vamos ascendiendo encontramos proliferación de pinos y encinas rodeados de retamas de diferentes especies con sus incipientes y vergonzosas flores, que no se atreven aun a desplegar toda su fragancia y colorido.

    Coronamos el puerto de las Camellas a la par que la carretera nacional, que cruzamos en este punto junto a un campamento militar. Una rápida bajada seguida de un fuerte, aunque corto repecho, desde el que ya divisamos Cáceres que nos espera cuatro kilómetros mas adelante, continuamos descendiendo hasta  llegar a un amplio valle formado por un extenso prado que nos lleva hasta las puertas de la ciudad, bajo la atenta mirada de algunos caballos que por allí pastaban y nos miraban, primero con curiosidad y luego indiferentes.

    Una calle en fuertísima subida nos deja en el centro histórico de Cáceres, y en su plaza Mayor decidimos realizar una parada para reponer fuerzas, 12 kilómetros después del inicio de la ruta.

    Salimos de Cáceres por un estrecho y peligroso arcén de la carretera nacional y que cada vez que pasaba a nuestro lado algún camión nos sobrecogía el alma. Tres kilómetros y medio que realizamos a la máxima velocidad que nos permitían nuestras piernas, hasta que nos adentramos en un amplio camino que atravesaba un interminable prado desde donde se divisaba, al noreste, las cumbres nevadas de la Sierra de Gredos, y con cercados de latifundios en donde pastaban tranquilas y apacibles  vacas que nos miraban con una expresión como si pensaran “¿qué se les habrá perdido a estos por aquí?”

     Y así llegamos a El Casar de Cáceres, meta de nuestra etapa de hoy.

«La magia va, viene, vuela…… Nace en los ojos, en la mirada, en el alma, en el corazón. Se feliz con la Magia del Camino, cuela libre con ella y que nada ate tu corazón. Quiere a los que caminan contigo y se feliz con ellos. No llores por los que van más adelante o más atrás. Vive el presente en el que la magia nos une a todos.»

 

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