6ª ETAPA ZAMORA – MONTAMARTA

El original, bello y llamativo cimborrio de la Catedral de Zamora, con un tambor de 16 ventanas sobre el que se levanta una cúpula compuesta por nervaduras en semicircunferencias, y superficies cóncavas que asemejan los gajos de una naranja revestidos con escamas de piedra y soportada con pechinas de clara influencia bizantina, es testigo del inicio de la etapa de hoy.

     Caminamos por la bella ciudad, incomprensiblemente desconocida, a pesar de tener un casco antiguo declarado conjunto histórico-artístico desde 1973, contar con 23 templos y 14 iglesias, convirtiéndola en la ciudad de mayor número y calidad de templos románicos de Europa, de los que quince están declarados Bien de Interés Cultural, cuenta con diecinueve edificios modernistas, su Semana Santa está declarada Bien de Interés Turístico Internacional y Bien de Interés Cultural.

 Zamora se alza sobre una amplia meseta rocosa al borde del río Duero que la abraza por el sur, y nosotros la abandonamos siguiendo el norte, por la planicie de la comarca de Tierras del Pan, a través de una amplia pista de concentración parcelaria, hostigados por un frio viento del Este. 

    Apenas 7 kilómetros y llegamos a Roales del Pan, que nos recibe con un crucero del Camino de Santiago, y al lado un sorprendente y extravagante jardín con curiosas figuras de tamaño natural y de colores muy vivos, en donde te encuentras desde un extraterrestre hasta un nacimiento, pasando por figuras bíblicas, cuentos de caperucita y otros, y multitud de animales, reales y míticos. Es la única sorpresa que nos depara la ruta de hoy.

    Salimos de Roales para tomar otra pista de concentración, cercados por el inmenso océano de campos de Castilla, avanzando a merced del viento y el sol, y cuando teníamos Montamarta del Pan al alcance de nuestra mano, el camino hace un quiebro y nos obliga a dar un rodeo de poco mas de un kilómetro, pero que terminó agotándonos por lo inesperado.

    Etapa rápida, ventosa, sin arbolado y soleada que terminamos a la hora de comer, por lo que aprovechamos la comodidad del bar del pueblo recuperando fuerzas adecuadamente. Dispuestos para enfrentarnos a la dura subida al Padornelo que nos espera mañana.

 «Cuando aprendas a vivir en el momento, a concentrarte en beber cuando bebes, en ducharte cuando te duchas, en sufrir cuando sufres, en reir cuando ríes … en andar cuando andas … estarás en paz» (Sara, Italia)

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