MINEROS POR UN DÍA, EXCURSIÓN A CULLA

Minas Victoria EsperanzaLa Asociación Cultural Amplàries comienza las excursiones de verano de 2016 y queremos hacerlo de una forma especial, aventurera y original, visitando las minas Victoria y Esperanza. La cita es el próximo martes día 5 de julio a las nueve de la mañana.

En las cimas montañosas del interior de Castellón, en el corazón de l’Alt Maestrat, se encuentra la mina Victoria-Esperanza. Un espacio privilegiado en el que podrás conocer la antigua industria minera subterránea, recorrer sus galerías y saber como vivían y trabajaban aquellos hombres que dejaron este extraordinario legado.

Un patrimonio con gran atractivo turístico y cultural, una experiencia para los sentidos, una aventura apasionante. Adéntrate en las entrañas de la tierra y descubre el secreto del Parc Miner del Maestrat.

El Parc Miner del Maestrat se encuentra en el paraje natural de «la Fontanella», situado a unos 800 metros de altitud, y permite contemplar unas magnificas vistas panorámicas de la comarca de l’Alt Maestrat.

El conjunto de sus seis galerías se encuentra a 3 km. de la población de La Torre d’En Besora y a 8 km. de la población de Culla. Está compuesto por un entramado de galerías longitudinales de más de 4km. cuyos minerales han sido extraídos desde la década de los 40 hasta finales de los años 60 del siglo pasado, esencialmente óxidos e hidróxidos de hierro y goethita.

PLAN DE VIAJE

9:00 horas, salida del autocar desde el Jardín Encantado

10:30 horas, llegada a la mina y visita guiada al exterior e interior de la mina

13:30 horas, comida de convivencia en restaurante al lado de la mina

16:00 horas, visita al pueblo medieval de Culla

17:00 horas, vuelta a casa

El coste de la excursión, todo incluido, son 22€ para niños hasta 13 años y 32€ adultos, podéis inscribiros rellenando este formulario, al e-mail info@amplaries.eu o en la biblioteca del Mar Amplàries.

[contact-form][contact-field label=’Nombre y Apellidos’ type=’name’ required=’1’/][contact-field label=’Correo Electrónico’ type=’email’ required=’1’/][contact-field label=’Teléfono de Contacto’ type=’text’ required=’1’/][contact-field label=’Escribe Cuantas Plazas Reservas, Niños y Adultos’ type=’textarea’ required=’1’/][/contact-form]

QUINTA ETAPA, O PEDROUZO – SANTIAGO DE COMPOSTELA

FOTO QUINTA ETAPA Tan solo cinco días y cien kilómetros en nuestros sufridos pies nos separan desde el primer paseo por la Concha de San Sebastián, y todos juraríamos que ha pasado más tiempo. Estamos al inicio de nuestra última etapa del camino, con una extraña mezcla de sensaciones enfrentadas, la serenidad del objetivo al alcance de la mano, el deseo de que el espíritu de amistad surgida en el grupo no se diluya con el tiempo, con la esperanza de volver a repetir esta experiencia única, y con el cercano regreso a la rutina, afrontamos serenamente los veinte kilómetros que nos faltan para llegar y besar al santo.

    Salimos de O Pedrouzo por una pista de tierra y hojarasca entre robles y eucaliptus, una leve y corta lluvia nos da la despedida, dejando paso a un día variable de grandes claros. Nos desplazamos por una andadera para peregrinos y bicicletas, que poco antes de llegar a la base del Monte do Gozo se torna en asfalto. Pocas dificultades orográficas se presentan en esta jornada, jalonada por cursos de agua que discurren paralelos a nuestro camino o lo cruzan en pequeños puentes.

    Poco más de seis kilómetros caminando y después del único fuerte repecho del día, que comienza muy severo pero se va suavizando a lo largo de sus tres kilómetros, llegamos a un monolito de piedra en el que, esculpido, tiene los símbolos del apóstol, el bordón, la calabaza y la vieira, y nos indica que entramos en el municipio de Santiago, pero aún quedan trece kilómetros hasta la Catedral.

     Tres kilómetros más adelante cruzamos el río Sionlla, también conocido como arroyo de Lavacolla, lugar elegido por los peregrinos para despojarse de sus sucias vestimentas y lavase en vistas a su próxima llegada a Santiago y presentarse limpios ante el Apóstol. Nosotros, afortunadamente, no tenemos esa necesidad, ya que disponemos de ducha de agua caliente en nuestro hotel.

   Por una pista asfaltada iniciamos la subida al Monte do Gozo, lugar elegido para las mundanas labores de avituallamiento y las fotos de rigor en el monumento erigido en todo lo alto del monte, tan solo nos separan cinco kilómetros de la razón de nuestro peregrinar.

   Un rápido descenso finalizado en escaleras, que nos dejan en el puente que cruza la autovía y las vías del tren, y nos adentramos en Santiago por la rúa de S. Lázazaro. Otros tres kilómetros más callejeando y llegamos a la Porta do Camiño, acceso al casco histórico, y tras dejar el Monasterio de San Martín Pinario, y  pasar bajo el Arco del Palacio, llegamos a la Plaza del Obradoiro, donde pensamos que nuestra aventura termina, pero que, aunque aún no lo sabemos, no ha hecho más que empezar.

     Visita guiada por la ciudad, abrazo a Santiago y tras rendirle pleitesía en su tumba, nos tomamos un merecido descanso.

    Este humilde cronista no puede dejar de destacar el acontecimiento espiritual más importante que hemos vivido en el camino, nuestra queridísima Sweety (Luisa Campo) ha leído impecablemente durante la misa celebrada hoy en la catedral de Santiago de Compostela, ante el Obispo de Polonia, cocelebrantes y multitud de peregrinos, con “vuelo” incluido del Botafumeiro, con motivo de tan importante visita.

    Ya solo queda el regreso a nuestros puntos de origen y os esperamos a todos en nuestras páginas web y en facebook. Esto no ha hecho más que empezar, aún queda mucho camino por delante.

 

CUARTA ETAPA, GIJÓN – AVILÉS

    FOTO CUARTA ETAPALa Playa de Poniente de Gijón es el punto de partida para esta cuarta etapa, el acuario es testigo mudo de nuestra marcha por un incómodo recorrido urbano con semáforos, cruces, transeúntes y un variado número de señales y letreros comerciales, que exigen una atención añadida para seguir las marcas de nuestro camino y no desviarse.

    Saliendo del núcleo urbano, un leve y molesto chirimiri se unió al grupo, un peligroso cruce desprotegido sobre la vía del tren, un feo complejo fabril, con altas chimeneas humeantes, grandes cintas transportadoras sobre vías de ferrocarril y carreteras, y nuestra comprometedora ruta por el estrecho arcén de la carretera, fue el brusco contraste con la ruta del día anterior.

    Tras dos bruscos giros iniciamos un pronunciado y largo ascenso, por una sucesión de viviendas unifamiliares, que después de dos fatigosos kilómetros nos elevó hasta el monte Aero, a doscientos veinte metros sobre el nivel del mar. El chirimiri dejó paso a un sol deslumbrante que nos acompañó hasta el final de la ruta y el paisaje, afortunadamente, era diametralmente opuesto al dejado apenas seis kilómetros atrás, avanzábamos desahogadamente por una pista de zahorra compactada a través de un bosque de eucaliptos en el que el sonido reinante era el continuo trinar de los pájaros afanados en sus asuntos primaverales. Las fuertes lluvias que nos precedieron dejaron partes del camino encharcadas y con estrechos cursos de agua que era difícil eludir sin pasar por el líquido elemento. El bosque acabó y, como por encanto, ante nosotros el precioso valle de Carreño, que dominábamos completamente desde nuestra privilegiada atalaya. Un irrefrenable deseo de conservarlo en nuestras retinas y en nuestras cámaras fotográficas nos llevó a todos a inmortalizarnos con tan bello paraje, solo por estas esplendidas vistas mereció la pena realizar la ruta de hoy. Una vertiginoso descenso nos llevó hasta la pequeña localidad de Santa Eulalia, puerta de acceso a un plácido recorrido de cuatro kilómetros por el valle, y a su término una parada técnica para avituallamiento, y asuntos fisiológicos varios.

   El resto de la ruta se realiza por el ancho arcén de una carretera que, pasando por la industrial Trasona, nos lleva hasta Avilés, y lo mejor que nos llevamos de este tramo es el deseo de olvidarlo pronto, muy feo, pero feo, feo, con avaricia.

   Afortunadamente el bonito casco antiguo de Avilés y un par de cervezas obraron el milagro, y solo perdura la satisfacción de otro pequeño reto conseguido.

   Y mañana nos espera la última jornada, O Pedrouzo – Santiago de Compostela.

 

TERCERA ETAPA, COMILLAS – COLOMBRES

FOTO TERCERA ETAPAUn sorprendente, e inesperado cálido día será nuestro compañero de camino en la jornada más larga a la que nos enfrentaremos, en esta ocasión, en el Camino de Santiago, treinta kilómetros que dieron para mucho.

    Salimos desde el mismo punto en el que lo dejamos el día anterior, el incomparable entorno del Palacio de Sobrellano, una de las joyas arquitectónicas de Comillas. La ruta discurre por carriles de peatones, compartidos con bicicletas. Muy pronto nos damos cuenta de que estamos en una de las etapas más bellas de todo nuestro caminar por el Camino, tras cruzar el puente de la ría de la Rabia, dentro del parque natural de Oyambre. Se suceden en armoniosa progresión bonitas playas de fina arena dorada, escarpados acantilados de césped siempre verde, y puentes que cruzan las rías, con las lógicas sucesiones de llevaderas subidas y bajadas de nuestra asfaltada ruta ondulante sobe el caprichoso paisaje. Cruzamos un magnifico campo de golf, diseñado por el cántabro Severiano Ballesteros.

    Entramos en el pintoresco pueblo de San Vicente de la Barquera por el pétreo puente de la Maza. Llevamos diez kilómetros, primera parada y posibilidad de unirse a los turistas del autocar.

   A partir de San Vicente de la Barquera nos separamos del mar, adentrándonos en el campo cántabro, el paisaje se vuelve una continua sucesión de montes y pastos de un verde  exultante. Comenzamos una larga y muy exigente subida, que consiguió que muchos se arrepintieran de no haberse quedado esperando el Autocar en San Vicente de la Barquera, según nos contó una labriega, allí era conocida como la cuesta de los tomates, porque hasta estos eran tirados para aligerar peso y poder subir la empinada cuesta.

   Continuamos por la accidentada ruta, aunque de momento no encontramos subidas tan severas, y con alrededor de veinte kilómetros en nuestras mochilas, efectuamos un alto para el avituallamiento. Así llegamos a Unquera, famosa por sus exquisitas corbatas, dulce típico de la zona. Cruzamos el puente de la ría Tina Mayor, formada por el río Deva y entramos en Asturias. Un giro brusco de 90 grados nos pone al pie de una interminable subida, de vertiginosa pendiente, que cuando se creía acabada daba un pequeño giro y continuaba ascendiendo hasta el infinito, dos kilómetros que a nuestras mermadas fuerzas parecieron una eternidad, nos dejaron desfallecidos en Colombres.

   Y mañana la siguiente etapa: Gijón – Avilés

 

SEGUNDA ETAPA, SANTILLANA DEL MAR – COMILLAS

   FOTO SEGUNDA ETAPABajo una plomiza y pertinaz lluvia, que provocaba preocupantes miradas al cielo buscando un esperanzador indicio de claridad en las cerradas y oscuras nubes, iniciamos nuestra segunda etapa del camino en la colegiata de las tres veces mentirosa villa de Santillana del Mar. Avanzábamos por sus escurridizas calles empedradas, fuertemente pertrechados para soportar la lluvia.

   Abandonamos Santillana del Mar, sus empedradas calles y la lluvia, poco tiempo después de iniciada nuestra jornada, estrechos caminos asfaltados, interminables prados exultantemente verdes, y el sol jugueteando con las nubes, será lo que, sorprendentemente, nos espera hasta dos kilómetros antes de nuestro destino de hoy, que discurrirán por una senda de tierra compactada con piedras irregulares.

   Despojados de nuestras prendas para el agua, recuperado el optimismo típico de nuestro camino y con unas esplendorosas vistas de los montes cántabros, el avance era rápido y vivaz.

   Continua sucesión de llevaderas subidas y bajadas, algunas algo exigentes, será la característica de la ruta. Desde el alto de la Iglesia de S. Pedro de Oreña nos extasió la paleta de colores verde-azulados del mar Cantábrico a la izquierda de nuestro camino, las imponentes cumbres nevadas de los Picos de Europa en el flanco derecho, y la alegría de ver que el cielo no presagiaba lluvia.

   Sorprendidos por la inesperada e impotente estampa de la Iglesia de San Martín de Cigüenza, rodeada de árboles, al pie del camino y como debió estar durante siglos, al servicio del peregrino, tanto que no sorprendería ver salir de ella a un peregrino del medioevo.

   Parada y fonda en Cóbreces, con la estampa de su Abadía Cisterciense de Viaceli, y la Iglesia de San Pedro como inmejorable telón de fondo.

   Desde Cóbreces bajamos a nivel de mar, pasamos junto a su playa y nos espera el ascenso más riguroso de hoy. Y tras un acompasado caminar llagamos a la señorial, universitaria y palaciega ciudad de Comillas, digna de una pausada y profunda visita. Y ahora esperando con impaciencia la tercera etapa, Comillas-Colombres