Eran las 10 de la mañana de un plomizo, y más cálido que de costumbre, domingo 3 de enero de un esperanzador 2016, inundado el ambiente del espíritu navideño y los intensos deseos de que se cumplieran nuestros mejores deseos y olvidar pronto el nefasto 2015.
La alegría del reencuentro, después de las emotivas y familiares fiestas de navidad y año nuevo, marcó los primeros momentos de la jornada inaugural del programa de la Asociación Cultural Amplàries “Madrid y Alcalá de Henares. Regalo para los sentidos” previsto para el presente año. Un placentero, completo y sosegado desayuno, en el castizo Café del Príncipe, en un elegante salón que conserva su mobiliario de caoba y bronce de principios de siglo XX, que junto a las escayolas y grandes ventanales que dan a la plaza de Canalejas, escenario de cuentos, leyendas y alguna película, crea el ambiente propicio para la ruta “Madrid Histórico”, que toca hoy.
Salimos de la Villa por la emblemática Puerta del Sol, cuyos secretos conoceremos más adelante, por el arenal (hoy calle de su mismo nombre) con el que cubrieron el barranco que recogía todas las aguas que desembocaban en el arroyo de Leganitos, y nos detenemos en la cercana Plazuela del Barranco, que tomó diversos nombres, aún vivos en la memoria de los más maduros madrileños, como: Plazuela de los Caños del Peral, Fuentes del Arrabal, Plaza de Prim y actualmente conocida como Plaza de Isabel II.
En esta última plaza, también llamada popularmente “de Ópera”, se une María, nuestra guía turística, que con frescura, gracia, simpatía y muchos conocimientos, nos irá desvelando todos los secretos que celosamente guarda la Villa y Corte de Madrid desde sus orígenes árabes. Nos destapa todo lo que se encuentra bajo nuestros pies de las antiguas fuentes y continuamos al Palacio Real, contándonos los secretos que guardan las estatuas de la Plaza de Oriente y por qué recibe tal nombre. Ascendemos hasta una privilegiada y desapercibida atalaya que domina las vistas del Real y La Catedral de la Almudena, y en esta isla de tranquilidad nos relata las curiosidades de la historia de estas dos esenciales construcciones madrileñas.
Volvemos al bullicioso Madrid por la Calle Mayor, para detenernos en la Plaza de la Villa, punto estratégico por las joyas arquitectónicas que desde ella se divisan, entre las que destacamos el edificio del, hasta hace poco, Ayuntamiento de la villa, fijándonos en la curiosidad de que tiene dos puertas y descubriendo a qué es debido.
Nos dirigimos por la curiosa Calle del Codo hasta la plaza de la Puerta Cerrada, más conocida por los pinchos de bacalao de sus bares que por haber sido una de las puertas de la amurallada Madrid, sin dejar de aprender curiosidades de la zona por donde paseamos, ejemplarmente explicadas por nuestra profesional guía turística. Subimos por la Calle de Cuchilleros, donde se encuentra el restaurante en funcionamiento más antiguo del mundo, y descubrimos el “porqué” de esas paredes curvas de las casas que tiene a sus espaldas la Plaza Mayor, a la que accedemos no sin antes echar un vistazo al Mercado de San Miguel, ejemplo de adaptación a los tiempos modernos. Aprendemos mucho de la historia de esta plaza, del bocadillo de calamares y de otros mentideros y cotilleos de la época, lo que bautizamos “El sálvame del Telecinco de entonces”.
Volvemos a entrar a la villa de nuevo por la Puerta del Sol para, ahora sí, conocer su historia, habiendo visitado antes al “tonto el haba” y llegar, callejeando, hasta el Congreso de los Diputados, donde ni los leones de la puerta tienen sus atributos masculinos, averiguando el motivo. Edificios vanguardistas de la época, cargados de historia y simbolismo, y con la elegancia que nunca perdieron desde sus orígenes, son, sin duda, los Hoteles Ritz y Palace, alrededor de la no menos hermosa Fuente de Neptuno, que atesoran miles de historias a cada cual más curiosa.
Y así llegamos a la internacional Plaza de Cibeles, con los deslumbrantes y conocidísimos edificios que la rodean, El Banco de España y su tesoro, “el oro”, El Palacio de Linares y sus fantasmas, y el Palacio de Comunicaciones, de arte ecléctico indefinido, sin olvidar su estatua mas mundial, dominando el centro de la Plaza, La Diosa Cibeles, que tiene un secreto que descubrimos. Y sin darnos cuenta alguien dijo; ¡mírala, mírala!, y dijimos todos al unísono, ¡La Puerta de Alcalá!, que también tiene su secreto que nos fue desvelado.
Era la hora y había que cumplir con el protocolo castizo del aperitivo, fresquito vermut con un exquisito e insuperable pincho casero de croqueta de boletus y trufa que nos hizo relamer de gusto, con muchas otras opciones para los que, incomprensiblemente, no gustaran de semejantes manjares.
Y si desayunamos como príncipes, comimos como reyes, un completo cocido madrileño que, como dicen por mi tierra, levanta a un muerto, o, no se lo salta un gitano, regado por vino denominación de origen Madrid, un arroz con leche que, con toda seguridad, era pecado, y el cafetito para la tertulia.
Desayunamos como príncipes, comimos como reyes y, como colofón y broche final, nos tomamos un copazo como emperadores, a elegir entre todo tipo de combinaciones, cócteles y mojitos.
Todo, absolutamente todo, incluido en la visita turístico-cultural promovida por la “Cultural”, con beso de despedida gratis.
Asociación Cultural Amplàries, probablemente la asociación mas molona del mundo.